La memoria y la imagen corporal, las enfermedades crónicas, jubilarse, perder a un ser querido, la soledad… Los retos del envejecimiento que la ACT ayuda a manejar.

Con motivo de la celebración del Día Internacional de las personas de la 3ª Edad, hemos entrevistado a Carina Cinalli, psicóloga Sanitaria, vocal de la Asociación Española de psicogerontología y profesora de nuestro curso: Terapia de Aceptación y Compromiso e Intervención Psicogerontológica. ¿Cómo afrontar los cambios en el envejecimiento?

Cinalli nos ha explicado en qué consiste la Terapia de Aceptación y Compromiso y de qué manera ayuda a mejorar el bienestar psicológico de los mayores, ante los cambios propios del envejecimiento.

¿Qué es la Terapia de Aceptación y Compromiso?

 La ACT se enmarca dentro de la tercera generación de terapias de conducta y tiene como fundamento la Teoría de los Marcos Relacionales. La ACT propone que en el inicio y el mantenimiento de las diferentes formas de sufrimiento y de la psicopatología, se encuentran procesos psicológicos básicos que son comunes a todas las personas pero que en determinado momento se alteran en su funcionamiento y generan malestar y sufrimiento. Es decir, se trata de procesos adaptativos en ciertas circunstancias, pero cuando se transforman en un patrón generalizado de respuesta, interfieren negativamente en las diferentes áreas de la vida. Este patrón se caracteriza por la evitación experiencial que es el intento reiterado de controlar o suprimir emociones, pensamientos, sensaciones dolorosas siguiendo el mandato cultural que dice: “hay que eliminar el sufrimiento”. Esto lleva a las personas a restringir su repertorio conductual y da lugar al aumento de ese sufrimiento que se quería evitar. Por eso la intervención basada en el modelo ACT tiene como objetivo desarrollar la flexibilidad psicológica, para que el paciente pueda dirigirse en la vida en función de lo que es valioso para él, desarrollando conductas acordes con sus valores, a pesar del sufrimiento que es parte de la vida.

 ¿Cuáles son los beneficios de su aplicación en población mayor?

 Dentro de la heterogeneidad en las formas de envejecer, el malestar del que informan los mayores que acuden a una consulta psicológica, tiene que ver en muchos casos más que con un trastorno psicopatológico definido, con la dificultad de hacer frente a sucesos vitales propios de esta etapa de la vida. Lo característico de un evento vital es que impacta en las diferentes áreas de la vida de una persona y requiere la puesta en marcha de mecanismos de autorregulación conductual. En el envejecimiento, muchas personas deben hacer frente a los cambios percibidos en el funcionamiento de la memoria, los cambios en la imagen corporal, aparición de enfermedades crónicas asociadas a dolor, jubilación, pérdida de un ser querido, soledad, etc. Frente a estas situaciones que en muchos casos implican pérdidas o restricciones funcionales y conductuales, algunos mayores desarrollan un patrón de evitación experiencial que genera más sufrimiento y limita el contacto con contingencias agradables. La ACT propone un modelo de intervención centrado en valores que, aplicada en la población mayor, contribuye a mejorar el bienestar, facilitar el ajuste flexible a metas y mantener un alto compromiso con la vida, aún en contextos de pérdidas y declive.

Existen estudios que arrojan muy buenos resultados de la aplicación del modelo ACT en población mayor en temas de dolor crónico, depresión, soledad, sobrecarga del cuidador, etc. Además, se puede aplicar en forma individual o grupal.

¿Cuáles son los recursos que se utilizan en una intervención basada en ACT?

En una intervención desde el modelo ACT, trabajamos para desactivar los procesos psicológicos que generan la inflexibilidad. Es importante que el paciente identifique las conductas de evitación que está poniendo en marcha, para solucionar su problema y que reconozca la inutilidad de esas mismas estrategias, ya que le están generando más sufrimiento.  Tanto para identificar la evitación como para desarrollar los procesos de flexibilidad, utilizamos, fundamentalmente, metáforas y ejercicios experienciales.  Las metáforas son construcciones lingüísticas, que permiten al paciente reconocer las trampas de la evitación en las que está inmerso. Se basan en comparaciones implícitas con las situaciones que se quieren trabajar, su estructura y contenido son entendibles y fácilmente recordables, ayudan a que el paciente se sienta reflejado y plantean siempre una alternativa.  Los ejercicios experienciales permiten ir más allá de la argumentación o reflexión sobre las consecuencias de la evitación y facilitan la exposición segura a  esos pensamientos, sentimientos y sensaciones que el paciente se esfuerza en controlar.

Tanto las metáforas como los diferentes ejercicios experienciales son recursos muy valorados por las mayores, llaman su atención y favorecen los procesos de cambio.

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