A lo largo del tiempo se ha demostrado que las diferentes técnicas del Modelo Cognitivo-Conductual están compuestas de los parámetros de fiabilidad, credibilidad y efectivad en los numerosos trastornos de salud mental.
Como inicio a este modelo, está el surgimiento del Condicionamiento Clásico propuesto por Iván Pavlov, según el cual un estímulo externo (estímulo incondicionado) puede provocar respuestas fisiológicas (respuesta incondicionada) en un individuo, y con ello, expresa que se puede realizar la asociación entre un estímulo neutro y un estímulo incondicionado de amplio significado para obtener una respuesta condicionada.
Hay investigaciones posteriores, en cabeza principalmente John Watson y Burrhus Skinner, que hablan del concepto de condicionamiento operante y la introducción del término de terapia de conducta por primera vez en la literatura científica, favoreciendo la comprensión de los principios básicos del condicionamiento operante en cuanto al refuerzo, castigo, extinción, control estimular y entrenamiento en discriminación, pues logran evidenciar que una conducta determinada varía en cuanto a duración, intensidad o frecuencia mediada por una contingencia (refuerzo o castigo) y con ello, se presenta una consecuencia de la conducta (Domjan, 2010).
A partir de ese concepto, surgen técnicas de intervención para el incremento y mantenimiento de las conductas, para la adquisición de nuevas conductas y para la reducción y / o eliminación de conductas.
En cuanto a las técnicas para el incremento de las conductas, se ha considerado el refuerzo positivo como un elemento esencial para la transformación de patrones conductuales de los niños, adolescentes y jóvenes. Esto consiste en brindarle al sujeto algo que le resulte atractivo o de su gusto, logrando con ello que siga ejecutando aquellos comportamientos que le han generado dicha ganancia. Además, se puede aplicar el refuerzo negativo, es decir, retirar algo que resulta aversivo para el sujeto ante la presencia de una conducta esperada. Este tipo de técnicas permiten diseñar programas de reforzamiento como la economía de fichas, que tienen el objetivo de incrementar el repertorio conductual de los individuos a través de la gratificación obtenida por la presencia de conductas deseadas y esperadas, situando al final del alcance de todas las conductas esperadas, una gratificación significativa por el logro, considerando aspectos como el ciclo vital y el desarrollo moral para aplicar este tipo de técnica.
Por otro lado, están las técnicas para la adquisición de nuevas conductas, las cuales se utilizan para introducir nuevas maneras de hacer en los niños, adolescentes y jóvenes. Entre este tipo de técnicas encontramos el moldeamiento (refuerzo que se genera ante las aproximaciones sucesivas que realiza una persona hacia una conducta meta), siendo relevante el uso del refuerzo positivo como la clave para mantener estas conductas que se adquieren. También está la técnica de encadenamiento, la cual se emplea cuando es necesario promover la adquisición de una secuencia de respuestas que conforman una cadena.
A su vez, tienen lugar las técnicas para la reducción y/o eliminación de conductas orientadas a disminuir y/o suprimir la presencia de conductas disfuncionales del sujeto, haciendo uso puntualmente del castigo positivo cuya esencia es dar algo que no le gusta al usuario, y el castigo negativo correspondiente a quitar algo que le gusta al sujeto. Y finalmente, la técnica de sobrecorrección que plantea que se debe realizar en repetidas oportunidades la conducta inapropiada y la esperada de acuerdo a lo socialmente establecido.
Autora: Mª Dolores Pinar Martínez, psicóloga sanitaria y profesora de nuestro curso de «Modificación de conducta: técnicas operantes» (16 de marzo)